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Julianillo: El Héroe Desconocido

Escrito por el Pastor Emanuel Rodriguez



Un Protestante llamado Julián Hernández, o “Julianillo”, transportó a la Península gran número de reproducciones de las Biblias de los Valdenses en Latín y los Nuevo Testamentos traducidos por el Protestante Francisco de Enzinas.  También transportó muchos libros escritos por Erasmo, Martin Lutero, y otros Protestantes.


Esta literatura afectó mucho el líder del Monasterio en el pueblo de Santiponce en España, el Dr. Blanco García Arias.  A través de estas Biblias, el Dr. Blanco se dio cuenta del error de la religión Católica y recibió a Cristo como Salvador por fe.


Cuando fue salvo, el Dr. Blanco empezó a predicar el evangelio verdadero a los frailes en su monasterio.  Por eso, muchos de los frailes denunciaron a la iglesia Católica y recibieron a Cristo en verdad.


Dos de estos frailes eran Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera que eventualmente tradujeron la Biblia Reina-Valera.


Los líderes de la iglesia Católica escucharon acerca del gran cambio entre los frailes en el monasterio en Santiponce.  Por eso, enviaron a los Jesuitas Católicos para castigarles y para detener sus influencias.


Julianillo, el contrabandista de Biblias fue traicionado por un supuesto “amigo” y puesto en prisión por su “crimen”. Fue torturado brutalmente por los Inquisidores Católicos por 3 años.  Sin embargo, después de tres años de permanecer firme en su fe, a pesar de la persecución, rehusando renunciar a sus convicciones, Julián fue quemado vivo en la estaca.

Las últimas palabras de “Julianillo”:


“¡Tened ánimo, hermanos! Esta es la hora cuando, como es digno de soldados de Cristo, debemos ser fieles testigos de Él y su verdad. Dentro de pocas horas cada uno de nosotros seremos probados en ese testimonio, y triunfaremos con Él para siempre en la gloria.”


Por causa del valor y la fidelidad de Julianillo muchos Católicos se dieron cuenta del engaño de Catolicismo y fueron salvos, incluyendo Reina y Valera.  ¡Gracias a Dios por los campeones de la fe como Julianillo!  Por su sacrificio, hoy tenemos la palabra de Dios en nuestras manos.  ¡A Dios sea la gloria!





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