Mayo 4, 2010
por Donald Heinz
Algunos en el debate de la Biblia española hablan como la doctrina de la divina preservación de las palabras griegas de las Escrituras es un concepto recién inventado. Sin embargo, antes de 1900, en realidad no hubo gran controversia entre la hermandad en general. La gran mayoría de los creyentes confiaban que el Texto Masorético y el Texto Recibido era la Palabra de Dios, porque eso es lo que Dios había prometido (Mat. 24:35).
Artículo 8 de la Confesión Bautista de 1689 de Lóndres
El Antiguo Testamento en hebreo, (que era el idioma nativo del pueblo de Dios del pasado) y el Nuevo Testamento en griego (que en el momento de la redacción de él era de la mayoría conocido en general de las Naciones siendo inmediatamente inspirado por Dios, y por su atención singular y providencia mantenido puro en todas las edades, por lo tanto auténtica; así como en todas las controversias de la Religión de la Iglesia es finalmente a recurrir a ellos. Pero ya que estas lenguas originales no son conocidas por todo el pueblo de Dios, quienes tienen derecho a, y un interés en las Escrituras, y se les ordena en el temor de Dios a la lectura y el estudio de ellos, por lo que se manda que sean traducidas a la lengua vulgar de toda nación, a la cual lleguen, para que la Palabra de Dios morando en abundancia en todos, es posible que le adoran, en una manera aceptable, y a través de la paciencia y la consolación de las Escrituras pueden tener esperanza.
El Texto Griego en uso para la traducción de las versiones universalmente aceptado durante la Reforma era el Texto Recibido. Y el Texto Hebreo era el Texto Masorético. Y esta confesión fue escrita con esa convicción en mente después de 100 años de evaluación y trabajo.
Además, esta confesión de fe fue escrita en los años precedentes a la gran expansión misionera de siglo XVIII. Y con estas convicciones sobre la preservación de las Escrituras en el Texto Masorético, el Texto Recibido, y la Biblia King James (Rey Jaime) ellos viajaron a tierras extranjeras traduciendo las Palabras de Dios en la forma más literal posible, mientras se apegaban a los Textos Tradicionales de las iglesias conservadoras (fundamentalistas).
Se repitieron estas convicciones en Filadelphia, EEUU, en 1742, cuando la Confesión Bautista de esa ciudad copió la mismas palabras de la confesión de 1689, sólo agregando un par de artículos nuevos.
La confesión de 1689 fue escrito pocos años después del trabajo de Cipriano de Valera, quién trabajó en la misma ciudad de esta confesión. Y él expresó en su prefacio la misma convicción que el hombre no tenía derecho de mezclar las palabras del hombre con las Palabras de Dios, como la Vulgata Latína y la Septuaginta habían hecho.
En el siglo XX los bautistas fundamentales defendieron también el Texto Recibido en griego y el Texto Masorético en Hebreo. Y cuando los países hispanohablantes eran casi 100% católicos con ninguna interés en la pura Palabra de Dios, hubo controversias como la que causó una tremenda división entre los bíblico bautistas de Springfield, MO, EEUU, en los ’70. Por 20 años en las clases y en las iglesias el Texto Recibido de 1894 era usado y defendido, junto a la Biblia King James. Hasta que entraron nuevas ideas, ideas extra-bíblicas y modernistas, de que habían una opinión científica mejor.
Ahora, pregúntese, ¿Quién se ha desviado de la fe una vez dada a los santos? ¿Los que quieren restaurar y mejorar la pureza de la Biblia? O ¿los que aprueban leves cambios según el Texto Crítico en la 1862, 1909, y 1960?
Donald Heinz sirvió como misionero en Chile por mas de 20 años.
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